Un nuevo origen,
precursor.
Confluyan en él,
el desarraigo al olvido,
la asunción del recuerdo sin lastre alguno,
el dolor de lo poseído en materia y esencia,
cesado.
Acometer lo aprendido
e instaurar un nuevo aprendizaje
y un nuevo ritmo,
una cadencia impregnada de júbilo y armonía.
Lograr deshacer todas las listas,
censurar todo recuento,
liberarse de la posesión y caer en el goce.
Un sentir tan simple como insondable,
un alma vértebra,
y la razón dispuesta y sumisa a todo bien.
Haber acogido a la Verdad para convertirla en una simiente,
Y fruto de ella un método,
no cruel,
bondadoso,
para ejecutarlo y ser,
y diseminar así los actos afines.
Afianzar el verbo junto al ímpetu
porque nos es necesario y requerido.
Poder llegar más allá del nombre.
Superarlo,
no venciéndolo;
comprendiendo que sin él, seguimos.
La ligazón buscada no es su causa,
pues si el nombre cielo no confiere su grandeza,
al nuestro, qué misión le requerimos.
¿Qué significa el nombre asumido su sino?
Haber vencido a la cerrazón,
al horizonte sensato, próximo, estigio,
en el que será un ahora vívido;
tan solo dar cabida al amor prístino.
Retomar el origen.
Restituir un orden libre
y alentar la proximidad.
Asentarse con la perseverancia de todo crecimiento natural.
Aún individuo, en unidad, pertenecer.
Miembro y partícipe del auge.
Sin nombre, pero aprehendido bajo el resguardo del Cariño,
cábila donde sólo la eternidad se realiza.
Residir en el vasto imperio de la lucidez;
lugar donde la propia luz ofrece sombra.
En ella
el descanso plácido acontece paulatinamente,
con infinitud pactada entre tiempo y espacio.
Un origen en el que verbos serán abolidos,
de existencia y sentido.
Devendrá un nuevo lenguaje,
hecho por nuestra inquietud y determinación
frugal
y de plácida extensión y labor.
El proceder y la pausa serán
propios de sí mismos,
propicios y conjugables; condicionales
como lo son la existencia humana y la duda.
Será la duda también una nueva inclinación.
Sin albor ya de maldición, ni renuencia.
Condición nuestra, de vivos en consciencia,
después de la nada;
el tiempo, el espacio y ella.
Habrán entonces célebres epopeyas,
serán así los encuentros de cada respuesta.
El origen caerá en ciclo,
dicha nuestra,
hasta que surja la última cuestión que nos interpela.
Se esclarecerá el acto.
Signo, emoción y esencia,
cuando en el último origen la última duda se esclarezca,
la misericordia reine y vivamos herederos y herederas de ella
-pues somos herederos y herencia-.
El fin de la congoja quedará determinado.
Universalmente propios
con un único legado.
Cuando Verdad y bondad confluyan
la Verdad será una
y será en todos.