Es la confirmación sí, del último reducto. Porque no hay otro modo, ni defensa más válida que esclarezca la lid del promotor cuerpo. Sí, escondida como toda necesidad real se halla; enigma del pecho que esgrime la voluntad de fe, pues no es otra cosa la esperanza. Sí, erigir el sentimiento. Enmendarse a él, y que él sea sin contención, pleno y en plenitud pueda sin fin permitir ser.
Un nuevo lenguaje.
Que cerciore el cambio,
un retorno,
ofreciendo la posibilidad de hacer.
Humanamente tener contacto
y abandonar los estadios de la praxis figurada.
Hacer uso de la libertad en aras del impulso más común,
reglarse por la norma de los que viven y logran hacer de la expresión una mismedad clara, honrada y destellante.
Un lenguaje que sea ritmo apacible,
tempo acompasado con los litigios del sentimiento,
veracidad comprometida con el ímpetu.
Un verbo sin miedo.