Es la confirmación
sí,
del último reducto.

Porque no hay otro modo,
ni defensa más válida que esclarezca
la lid del promotor cuerpo.

Sí,
escondida como toda necesidad real se halla;
enigma del pecho que esgrime
 la voluntad de fe,
                                pues no es otra cosa la esperanza.

Sí,
erigir el sentimiento.

Enmendarse a él,
                 y que él sea
sin contención,
pleno
y en plenitud pueda sin fin
permitir ser. 

Un nuevo lenguaje.

Que cerciore el cambio,
un retorno,
ofreciendo la posibilidad de hacer.

Humanamente tener contacto
y abandonar los estadios de la praxis figurada.

Hacer uso de la libertad en aras del impulso más común,
reglarse por la norma de los que viven y logran hacer de la expresión una mismedad clara, honrada y destellante.

Un lenguaje que sea ritmo apacible,
tempo acompasado con los litigios del sentimiento,
veracidad comprometida con el ímpetu.

Un verbo sin miedo.

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